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domingo, 12 de octubre de 2008

Lo que no debió pasar

Esta es una historia que pocos se han atrevido a contarla.

Nuestra protagonista es una niña de 15 años llamada Marta. Tenía un amigo, llamado José, que muy pronto se convirtió en algo más. Dormían juntos desde los 13 años. De repente, un día, los padres de Marta se llevaron un buen susto, su hija... había quedado embarazada.
Todo esto agradó muy poco a la familia. Más adelante, se enteraron de la existencia de un convento de monjas donde se realizaban abortos de forma clandestina, aunque las que lo padecían y eran intervenidas para la extracción del feto se quedaban el resto de sus vidas entre las paredes de aquel lugar.

El recibimiento de las monjas no fue muy bueno cuando Marta llegó al convento. La miraban con desprecio, como si llevara la palabra pecadora escrita en la frente.
No le enseñaron más que su habitación. Cuando desempacó, y se acomodó en ella, Marta se dio cuenta que no podía salir, estaba encerrada.
Unos días más tarde, la puerta de su habitación se abrió, se encontró con la madre superiora junto con dos monjas más y un sacerdote. Sus caras no eran tan agradables que digamos.
La agarraron y se la llevaron sin mediar palabras, casi a la fuerza.
Durante horas, se llevo a cabo el aborto. Más tarde, Marta despertó en una camilla, ya estaba intervenida.

Desde ese día, escuchó ruidos muy extraños en su cuarto: risas y llantos de niños. Tuvo curiosidad y se animó a investigar de noche. Siguió los sonidos, éstos la llevaron a unas catacumbas. Estaba lleno de pequeños cadáveres, pero la visita duró poco, la mataron en ese instante, porque ya había descubierto demasiadas cosas.

Años más tarde, demolieron el convento, allí encontraron cientos de fetos y cuerpos de bebés, algunos momificados y otros muertos recientemente.
Lo que construyeron allí nunca estuvo tranquilo, se cuenta que el espíritu de Marta y el de los niños continúan entre las paredes de aquel convento.

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